lunes, 24 de diciembre de 2007

Entre Escombros y Basurales

ENTRE ESCOMBROS Y BASURALES


Además de las pérdidas humanas y los cuantiosos daños materiales, el terremoto parece haberle traído a Pisco una tragedia mayor y más difícil de sortear: la degradación del autoestima de sus habitantes.
No es que el terremoto hubiera destruido el espíritu del poblador que siente la ausencia de las referencias más emblemáticas de la ciudad: las iglesias, el club social, la GUE José de San Martín, el Hospital San Juan de Dios, las plazuelas, las calles, los edificios, la cátedral (formación rocosa a orillas del mar muy apreciada) como un situación lamentable y triste, sino más bien los asume como objetos sobre los cuales no le concierne pensar mucho y por lo tanto importan muy poco que hayan desaparecido. Esa sensación de pertenencia o de tomar como tuyo el lugar donde se nace, vive o procrea no existía antes del 15 de agosto.
Entonces, no es extraño que ni siquiera se conduelan de ellos mismos. Parecería estoicismo, resignación, entereza. Lo que demuestra en realidad es INDOLENCIA. Los indolentes no tienen identidad. Tienen derechos pero renuncian a ejercerlos. Pueden demandar con firmeza ser tratados con respeto y dignidad pero se obligan a no protestar. Pueden denunciar los atropellos del poder político que los somete y envilece hasta el grado de hacerlos pelear por donaciones humanitarias, pero prefieren el engaño. Tienen voluntad pero ha sido expropiada. Guardan esperanzas pero son fatalistas.
Hoy Pisco es tan sólo una ciudad demolida por la indiferencia de un estado tan burocratizado y corrupto que tras casi 5 meses de haber ocurrido la devastación de la ciudad le sigue pidiendo a sus habitantes que tengan paciencia y confianza, y que salgan adelante como puedan: con las chocolatadas por navidad para los niños pobres, con las promesas de las nuevas casas que se piensan hacer, con los créditos a que han de acceder, con la frase del marketing más vulgar y mentiroso que te invita a embriagarte por el solo hecho de mencionar su nombre . Porque “Pisco solo hay uno”.
O más bien porque bebiendo olvido que existe una ciudad del mismo nombre en el medio de la costa peruana donde hubo un terremoto, pero eso ya pasó.

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